Para empezar a responder esta
pregunta nos tenemos que remontar al año 1497 cuando un monje italiano, Lucca
Paccioli, dio a conocer lo que era “la divina proporción”, título del libro de
su autoría donde explica los secretos de la “sección áurea”, proporción
matemática que se basa en una regla de tres para establecer el equilibrio
adecuado entre las partes de un todo. Esta división armónica ya fue utilizada
desde la antigüedad, y casi siempre en arquitectura, por los egipcios, griegos
y romanos, y más tarde en pintura por los grandes maestros del renacimiento,
para establecer las reglas que les permitieran lograr una perfección
compositiva.
Aquí nos damos cuenta de la
importancia del “número” (lo cuantificable, lo que se puede medir), algo que ya
dedujo la “escuela pitagórica” cuando equiparó la realidad al número; para ella
los números gobiernan al mundo y el Universo es ritmo, o sea, que lo
cualitativo está presente en todo. A partir de ahí es comprensible que, para
imitar el patrón superior, el hombre tratara de unir las matemáticas y el arte
en búsqueda de la perfección: catedrales, esculturas, pinturas, todo hecho
respecto al número, las matemáticas aplicadas al espacio: la geometría.
“Geometría”, ésta es la palabra,
el punto de partida hacia “lo fractal”, pues lo fractal pertenece a un modelo
geométrico donde la “sección áurea” se equipara a una semilla sin germinar. Y
ahora, a este respecto, aunque sea por semejanza botánica, me remito al
concepto de “rizoma” en el que Gilles Deleuze y Félix Guattari se basan, según
nos explican su libro “Mil Mesetas”, para organizar un sistema de multiplicidad
que se expande a través de diferentes estructuras que son análogas a los
rizomas de las plantas, y así explicar, con esta metáfora, los nuevos
comportamientos sociales en el capitalismo tardío. Este concepto de rizoma es
bastante similar, en su estructura organizativa, a lo que se desprende del
orden fractal, con la salvedad de que en el segundo término los elementos que
lo componen son más limitados y se generan a partir de sí mismos: son “recursivos”.
Los fractales serían como una semilla geométrica que, al germinar, mediante la
intervención de un proceso de algoritmos matemáticos, se expandiera de forma
semejante al rizoma de una planta: “un punto de fuga al inverso generado por la
repetición de sus mismos elementos”.
Esta “expansión fractal” la
podemos encontrar, de manera concéntrica, en el origen y evolución del
Universo, según las teorías del “Big Bang” (de Georgy Antonovich Gamov, en
1948) y la “Inflacionaria” (de Alan H. Guth, en 1981). Millones de estrellas y
planetas en expansión, donde con ellos también se propagan el tiempo y el
espacio, cuando nuestro mundo, nuestro planeta y nosotros, somos una minúscula
partícula de todo ese entramado; de tal modo que nos encontramos, como
individuos, dentro de un mega-sistema de semejantes características: “nosotros
dentro de una sociedad que está compuesta por una especie, que puebla y se
relaciona de manera fractal, dentro de este planeta que forma parte de un
sistema solar que forma parte de un Universo de características fractales”. Por
tanto, estamos marcados por la fractalidad desde lo más íntimo de nuestro ser
hacia el exterior: “átomos, moléculas, células, tejidos, órganos… hasta
completar un cuerpo que está regido por un cerebro de millones de neuronas
interconectadas fractalmente”. Toda partícula forma parte de un algo y ese algo
es la parte de un complejo superior que es la parte de otro que lo supera en
magnitud, o sea, que nuestro Universo y nosotros mismos estamos determinados,
sin lugar a dudas, por un orden fractal.
La Real Academia Española de la
Lengua nos ofrece la siguiente definición: “Un fractal es una figura plana o
espacial, compuesta de infinitos elementos, que tiene la propiedad de que su
aspecto y distribución estadística no cambian cualquiera que sea la escala con
que se observe”.
Ya, más o menos, nos vamos
haciendo una idea de lo que es un fractal: “un sistema complejo que se
multiplica hacia el infinito a partir de sí mismo” o, como lo definen en
Wikipedia: “Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica se repite
en diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoit
Mandelbrot en 1975. En muchos casos, los fractales pueden ser generados por un
proceso recursivo o iterativo, capaz de producir estructuras auto-similares
independientemente de la escala específica. Los fractales son estructuras
geométricas que combinan irregularidad y estructura”. Esta última explicación,
desde luego, es mucho mejor que la que nos da la Real Academia Española, y, a
partir de ella, nos hacemos una idea de lo que es un fractal.
Ahora, ya teniendo el concepto
establecido, podemos partir desde este punto para hacer su aplicación en la
literatura.
Está claro que a una oración,
compuesta por un sistema de signos con sus significados y significantes, no se
la puede someter a la secuencia de un algoritmo fractal, pues perdería su
coherencia sintáctica; pero lo que sí se puede hacer es imitar los modelos
fractales, respetando la sintaxis, para generar oraciones y textos que conformarán
lo que se puede denominar como “literatura fractal”. Por tanto, “la literatura
fractal sería aquélla que multiplica los signos lingüísticos, dentro de un
orden sintáctico, como si se tratase de un juego de espejos que busca en esa
repetición, en ese juego, una dinámica dentro de lo infinito, de lo laberíntico
o lo circular”; o, dicho de una manera más sencilla: “La literatura fractal es
aquélla donde se multiplican por sí mismos los elementos que la componen”.
Existen dos artículos en la “web”
que tratan de fijar este concepto. El primero, que parece lleva por título
“Literatura fractal”, es de Alberto Viñuela y data del 29 de julio de 2001. El
segundo, “Literatura y el infinito”, es un trabajo escolar que, por su
estructura, parece se basa o toma como modelo el de Alberto Viñuela, aunque
aporta, dentro de su brevedad, alguna idea nueva y creaciones propias; está
publicado sin fecha y sus autoras son: Tatiana Pérez Veiga, Martina Piñeyrúa y
Eugenia Espona.
Alberto Viñuela nos define así la
literatura fractal: “Llamo literatura fractal a todo aquel escrito que
manifiesta propiedades similares a las de los objetos fractales, centrándose
sobre todo en los elementos recursivos, es decir, que hacen referencia a sí
mismos”. Alberto Viñuela nos propone diferentes maneras para lograr este
objetivo mediante, por ejemplo, las “tautologías” (repetición de un mismo
pensamiento dicho de distintas maneras), “historias cíclicas” (que empiezan y
terminan, tras su desarrollo, con un concepto similar que une el principio y el
final), “cajas chinas y cajas chinas cíclicas” (historias que contienen a otra
historia y a su vez a otra historia…), y luego continúa, después de presentar
ejemplos de diversos autores para cada uno de estos enunciados, abordando los
temas de la “Ficción científica y los lenguajes fractales”, “La recursividad en
la literatura religiosa”, para terminar su exposición con citas de algún que
otro escritor conocido.
El otro trabajo, que se reduce
más a la simple idea de lo infinito y su relación con la literatura, hace
referencia a las paradojas de Zenón de Elea y sus juegos con el espacio-tiempo,
para completar su desarrollo con un resumen de la ya comentada propuesta de
Alberto Viñuela.
En ambos casos, para ilustrar sus
planteamientos, aparece la figura y obra de Jorge Luis Borges como máximo
exponente para este tipo de literatura.
ANTECEDENTES LITERARIOS
Son dos grandes escritores los
que han creado su literatura, ya sea de manera consciente o no, bajo la influencia
de un pensamiento cuya teoría y nombre fue posterior a la fecha de la
publicación de sus obras (ya que fue en el año 1975 cuando Benoit Mandelbrot
propuso el término “fractal”). Estos dos autores son: Franz Kafka y Jorge Luis
Borges.
“El Proceso” y “El Castillo” son
las dos novelas de Franz Kafka que están escritas bajo un marcado predominio de
lo fractal. En las dos se expresa la imposibilidad del individuo frente a los
mecanismos absurdos del poder, sus burocracias y sus mentiras. En ellas sus protagonistas
han de seguir una tortuosa ruta, mental y física, para enfrentar una realidad
que les sobrepasa con una serie de problemas que se encadenan sin encontrar
nunca un final, repitiéndose dentro de un laberinto legal que somete al
individuo frente a las arbitrariedades del poder que le gobierna y sus
representantes. Este modo argumental tiene una gran similitud con lo que
establece la dinámica fractal, de algo que empieza desde un punto concreto para
expandirse en el espacio o en el tiempo, multiplicándose de manera iterativa,
como son, en el caso kafkiano, el problema y el absurdo que lo genera, los
elementos que se repiten una y otra vez a lo largo de la trama, en una lucha
ideológica en la que las partes involucradas multiplican, a su vez, todos los motivos
que demuestran cada acto de las mismas para buscar su propia justificación. La
progresión fractal de los elementos argumentales, en estas dos novelas, hacen
de la narración un complejo sistema que se determina como lo más característico
e importante dentro de la estructura de la propia obra literaria. La figura del
absurdo se reproduce por si misma para expandirse, con todos sus elementos
connotativos adyacentes, hacia una lógica fractal que se constituye como el
componente primario del término que se conoce como “kafkiano”.
Respecto a Jorge Luis Borges
(declarado admirador de Franz Kafka), en casi toda su obra está presente, en
mayor o menor grado, una perspectiva fractal que se caracteriza como lo más
significativo del “pensamiento borgeano” y su universo literario. En sus
creaciones podemos encontrar personajes inmortales, memorias que logran existir
a través del tiempo y fuera del primer cuerpo que las contuvo, edificaciones
laberínticas e imposibles, libros cíclicos que terminan donde empiezan y que se
bifurcan en el tiempo, laberintos y más laberintos, granos de arena que se
multiplican en sueños, una esfera donde se concentra el Universo entero desde
sus diferentes configuraciones, los espejos y sus reflejos, sus juegos con el
tiempo y los espacios, el giro sorpresivo de sus historias; todo en él, y su
inteligencia, está tocado por el orden preciso de lo fractal. Aquí, no debemos
confundir su tremenda erudición con esa inteligencia suya, que se basa,
precisamente, en ese juego que hace con la existencia y con lo que está más
allá, con lo metafísico y el devenir, con lo que se esconde detrás de las
palabras y sus ideas, lo que permanece como fondo de su literatura, libre de
toda superficialidad, para adentrarse a descifrar los enigmas de esa misma inteligencia
que la hacen única, genuina y genial.
Estos dos grandes escritores han
conseguido el reconocimiento por medio del estilo conceptual de sus historias,
y a partir de una mirada fractal que recrea una nueva dimensión de la realidad,
lo que, sin lugar a dudas, supuso un cambio de perspectiva en los horizontes de
la literatura.
Ahora, tras haber señalado estos
antecedentes, del tema que nos ocupa, cabe mencionar la existencia de dos
textos que lo refieren: “Manifiesto del Fractalismo” y “Manifiesto Fractal”.
El “Manifiesto del Fractalismo”,
cuya autora es Eva Neuer con fecha 27 de septiembre del 2000, es un manifiesto
de aspiraciones universalistas, o sea, que trata de abarcar todas las
manifestaciones del ser humano, dentro de su rol social y como ente individual.
Eva Neuer parte del concepto de fractal para conformar una nueva postura
fractalista y, a través de esta visión, poder acercarse al mundo. Este
manifiesto, con todas sus propuestas, se ciñe a lo que marca el orden fractal y
se justifica a través de él con un texto netamente fractal. El hombre, a fin de
cuentas, es un elemento singular dentro de un Universo fractal, que debe estar
en armonía con su entorno por el hecho de pertenecer a él y por ser consciente
de ello. Como todo manifiesto universal, es una exposición de ideas utópicas
que, por serlo, no dejan de ser admisibles y que invitan, según su autora, a
reflexionar para convertirse en un principio de búsqueda interior que ha de
manifestarse hacia el exterior.
Otro caso distinto es el “Manifiesto
Fratal”, cuya autoría es de Héctor A. Piccoli con fecha de marzo del 2002, que
es literario y atañe exclusivamente a la poesía. Con este manifiesto trata de
justificar el rescate de la musicalización como medio para contrarrestar una
prosificación que, a su parecer, debilita el hecho poético. Critica la
prosificación pero no formula su propuesta de manera concreta y memos en
relación al orden fractal, pues en ningún momento se vale de los conceptos
fractales (pues no los explica ni mucho menos los utiliza) para justificar su
postura de “repensar la esencia rítmico-musical del verso”, y, a través de este
planteamiento, “repoetizar la poesía”. Propone, también, “trabajar con el
ordenador” (sin explicar en qué sentido), y hacer poemas generativos, interactivos
y esencialmente plurales, respecto a las unidades de un poemario compuesto por
varios poemas, para terminar diciendo que así entrarán en el “laberinto y no
sólo en el endecasílabo”. Queda la sensación, tras leer este manifiesto, que su
autor se sirve del término fractal para formular un ideario en el cual lo
fractal es una mera excusa, además de caer en la superficialidad de una poética
que se basa, casi exclusivamente, en el ritmo y la musicalidad, cuando lo
importante de la poesía es lo que se dice entre líneas, lo que se esconde
detrás de las palabras, lo que evoca: “lo que hace que no sea una simple
canción”.
EJEMPLOS DE LITERATURA FRACTAL
Los ejemplos con los que a
continuación trataré de ilustrar, de manera más práctica y detallada, todo lo
expuesto hasta ahora, son de mi autoría y con ellos, he de admitir, no se
agotan las posibilidades en la búsqueda de lo que es la literatura fractal.
Desdoblamientos:
Ya nada es igual desde que salí
por la puerta y me quedé solo en casa, frente al televisor. Ahora voy bajando
por las escaleras y sigo aquí, sentado en un sillón, pensando en mí que ya
estoy en la calle. Continúo con el paso y me dirijo hacia otro lugar, donde
pueda reconocerme sin ninguna duda, ya fuera de esta habitación… Allí estoy,
sentado en un banco del parque; al pasar por mi lado me saludo. “Hola, ¿cómo
estas?”, me respondo. “¿Y tú?”, me pregunto. “Bien, muy bien, sentado aquí en
el sillón frente al televisor”, termino por contestar… Ya nada es igual desde
entonces, porque ya no estoy aquí, ni en el parque, ni caminando; sólo sé que
algún día seré lo que no soy y estaré donde no estoy, pues todo lo ignoro sobre
este asunto que me es tan incomprensible.
Visión Caleidoscópica:
Estoy afuera y veo a los de
adentro, pero ellos no me ven, y eso que les hago señales con los brazos para
llamar su atención. Ellos giran a mi alrededor sin mirarme, pues caminan con la
vista fija en el suelo, contando sus pasos. Son catorce hermanos gemelos que
dan vueltas dentro de una habitación circular, o uno solo frente a trece
espejos fraccionados. No lo sé; trataré de detectar cualquier movimiento
distinto en todos ellos, pero por ahora es imposible. No puedo ver nada más que
mis pies al caminar, cuando siento que alguien me observa desde afuera moviendo
los brazos, para llamar mi atención. Creo que son trece hermanos gemelos
idénticos a mí.
Dinámica Circular:
Vasta es su mirada, penetrante,
tanto que la noto dentro de mi cabeza, inspeccionando los recovecos de mis
pensamientos y mucho más allá, para adivinar lo que ahora no pienso y luego
pensaré; así se anticipa siempre a mí… Ahora siento que él, con su vasta
mirada, soy yo; porque no me deja ser, porque asume todos mis actos antes de
que yo los pueda realizar. Vive mi vida antes que yo, y piensa y habla antes de
que yo lo pueda hacer. Me roba el pensamiento y la palabra, y camina todo el
día frente a mí con su vasta mirada, penetrante, tanto que la noto dentro de mi
cabeza inspeccionando los recovecos de mis pensamientos y mucho más allá, para
adivinar lo que ahora no pienso y luego pensaré.
Dinámica Cíclica:
El agua cae del cielo y no hay
nubes, sólo una atmósfera transparente, pero el agua, como un torrente, me
deshace a la manera de un terrón de azúcar. Mi sustancia, diluida en el agua
fluvial, corre por las hendiduras de la piedra escurriéndose hacia lugares
ignorados, tanto como ese agua que cae de un cielo transparente y sin nubes, la
misma que me deshizo igual que un terrón de azúcar, para escurrirse hacia los
rincones desconocidos de un paraje que se mojó entero con mi sustancia y con el
agua inesperada de un cielo transparente y sin nubes que se precipitó como un
torrente sobre mí…
Dinámica Laberíntica:
Dentro de cualquier duda hay otra
duda que se originó en esa incapacidad para definir cuál es la duda que la
contiene, círculo en movimiento que se expande y regenera, que se alimenta de
la propia ausencia de decisión. Las probabilidades se ven todas inadecuadas,
cuando ninguna se impone sobre la otra y la duda en sí. Nada es posible y todo
lo es a la vez, probabilidades que ahora se contienen dentro de esa duda, que
la procuran. Más allá de cualquier duda hay otra duda, más allá de cualquier
razón hay otra razón. Razones para la duda, dudas para razonar. Probabilidades
que se esconden tras la razón y la elección, para acabar con la duda que nació
a partir de esas mismas probabilidades, de la duda contenida dentro de otra
duda y de su incapacidad para no dudar.
Dinámica en la Repetición:
Él dice que yo digo lo que no
pienso, y seguro que piensa que no digo lo que pienso; eso es lógico porque una
cosa es lo contrario de la otra, pero así dicho, según lo pienso, suena bien;
aunque, como digo lo que no pienso, no puedo pensar según creo que lo pienso,
ya suene bien o sea cierto; pero esto es así desde el punto de vista de cómo él
lo piensa y no cómo yo lo pienso; pero al final, estas cosas de creer lo que
piensa cada cual, cuando se habla sobre lo que piensa o dice el otro, son
cuestiones de ser pensadas.
Dinámica de Mutación:
La naturaleza muda con las
estaciones, como cuando yo me quedo sin palabras. La voz ya no me sale, ya sea
por falta de ideas o por afonía. Lo peor es la afonía mental que me asalta en
mañanas, nada más despertar, laxitud de la memoria que se extiende hasta que
tengo el desayuno sobre la mesa, que luego muda de ahí hacia mi estómago. La
ducha ya me despierta de verdad, cuando se levantan las palabras que mudan en
ideas, para que la afonía desaparezca de mi garganta. En ese transcurso de
tiempo, como una muda de estación, pasó una mujer que nunca dijo una palabra,
cuando tomó aquel tren que hacía su trayecto entre el verano y el otoño. Ahora
las hojas secas mudaron de las ramas para formar una alfombra sobre el suelo, y
ella camina, al llegar a su destino, con un paraguas sin tela por encima… Pero
luego todo cambió de su lugar, la señora muda y las estaciones que mudan, pues
al abrir la puerta y salir de la casa me topé con el invierno. No me gusta el
frío porque me deja más que mudo, no lo puedo soportar y regreso hacia la casa.
Entonces, es cuando cierro los ojos y pienso en la primavera, para que todo
mude dentro mi ser.
Juego de Espejos:
Cuando la vi por segunda vez,
ella ya no estaba, se había ido. Menos mal que la llevé conmigo, en la emulsión
de plata de la película fotográfica, que luego revelé. Del negativo la pasé al
positivo con un chorro de luz y luego la fijé sobre un papel bajo los líquidos.
Entonces apareció poco a poco, mirándome desde dentro del fluido; de pronto me
pude ver reflejado en sus pupilas, mi silueta, y también frente a ella dos
veces: en ese instante y cuando le tomé la fotografía; instantes triplicados
pues ella también estaba en mi memoria. Tantas veces, tantos reflejos, tan
engañosa la realidad, como un juego de espejos que multiplica sin querer todos
los instantes.
Dinámica Concéntrica:
Cuando llegué a aquel lugar ya no
estaba, se había ido o se lo habían llevado. Sólo encontré un tremendo vacío,
como el de antes de ser gestado, cuando ni siquiera suponía un proyecto en la
mente de mis padres. Allí, en este lugar inexistente, decidí esperar por si
regresaba con la esperanza de advenir el principio y con la sospecha de que
podría estar muerto… El despertar, en este caso, sería el regreso del lugar y a
la vez el mío a él, algo que nos uniría en una misma dimensión. Pero ahí
continué, en el trance de la espera, sin existir y rodeado de esa nada, como un
pensamiento único que trataba descifrar qué paso con ese lugar desaparecido que
tal vez fuera mi propia vida, la que aún me niego a admitir que se extinguió.
Espero que todo sea un mal sueño y, al despertar, me encuentre con algo más que
este pensamiento para saber que existo.
Proceso Invertido:
“Visiones invisibles”, así dicho,
tiene una doble interpretación: ¿Es invisible lo que no se ve o lo es el acto
de mirar? En el primer caso sería la nada, en el segundo una mirada vacía;
visión invisible en los dos. ¿Qué más dará entonces lo uno o lo otro, cuando, a
pesar de que en esencia son diferentes, el resultado es idéntico? Ambos se
contienen en sí mismos, con una negación y una afirmación que los conduce hacia
la nada y al vacío. Así son todas las visiones invisibles, no existen, y tú
aquí, por tanto, no has leído nada.
Y así se puede experimentar en la
búsqueda de nuevas soluciones de literatura fractal, cuando estos ejemplos, en
su reformulación, se podrían mezclar entre ellos en un sin fin de
probabilidades en una lógica fractal dentro de lo fractal.
Aquí termina esta breve
exposición, con la que espero haber contribuido a sentar las bases o clarificar
qué es la “Literatura Fractal”, concepto hasta ahora un tanto difuso y
desconocido, pero que siempre ha estado ahí, en su esencia, sin que lo sepamos,
en nuestro Universo y en nuestro interior.
Pablo Paniagua, 09 junio de 2007.
Derechos Reservados - Copyright ©
Pablo Paniagua
__________________________________________
BIBLIOGRAFÍA:
1.- Umberto Eco. (ed.):
Historia de la belleza. Barcelona: Lumen, 2004.
2.- Gilles Deleuze y Félix
Guattari (ed.): Mil Mesetas: capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-Textos,
2000.
3.- Stephen Hawking (ed.): Breve
Historia del Tiempo. Barcelona: Planeta, 1992.
4.- Benoit Mandelbrot (ed.): La
Geometría Fractal de la Naturaleza. Barcelona: Tusquets, 2002.
5.- Franz Kafka (ed.): El
Proceso. México: Tomo, 2002.
6.- Franz Kafka (ed.): El
Castillo - América. México: Tomo, 2006.
Comentarios
……………………………………………………..
................/ \......Una flor para...
............. / .\. \.....alegrar tu día...
........... / . . \ ..\ ... para perfumar
......... / . . . `\ ..\ . Tu alma...
........ |. . . . . |. ..| . y llenar...
......... \ . . . ./ . ./ .. Tu corazón...
........... `=(\ /.=` ..de Amor...
............. `-;`.-' .....Para alegrarte...
................-|| |_"......a ti............
................ || _.-'| .Una flor para
............. ,_|| \_,/ ..Mostrar un mundo
........ , ..... \|| .' .....pleno de Amor,
....... |\ |\ ,. ||/ ......Felicidad,
.... ,..\` | /|.,|Y\, ....Amistad,
..... '-...'-._..\||/ ......Cariño
......... _.-`Y| .......y Paz!
.............. ,_|| .......Una flor para
................ \||....... desearte
................. || .......con sinceridad...un
................. || ....FELIZ AÑO 2011
................. ||........BESITOS.......
……………………Noemí……….…………
……………Que Dios te bendiga…….…….